COGI22/Ámsterdam: en medicina MÁS no siempre es MEJOR

Esta semana hemos participado como ponentes en el 30º Congreso Mundial sobre Controversias en Obstetricia, Ginecología e Infertilidad (COGI). No es este un congreso al uso. A diferencia de otros, demasiado dependiente de la industria farmacéutica y tecnológica y de las grandes multinacionales del sector, en este sí que se pueden oír voces discrepantes con la línea “oficial” que estas marcan. Aquí se oyen voces cualificadas y argumentos basados en evidencia científica de primer nivel que cuestionan la utilidad de determinados procedimientos que se han ido haciendo habituales, en el mejor de los casos por pura inercia o competencia entre centros, en el peor por puro interés comercial.

A los que optamos por una medicina centrada únicamente en buscar lo mejor para nuestras pacientes, basándonos siempre en la mejor evidencia científica y sin presiones externas o financieras, nos encanta este foro.

Han sido muchos los temas tratados en torno a la salud reproductiva en sus tres ejes temáticos: obstetricia, ginecología general y reproducción asistida. Desde el uso de los recientes avances en Inteligencia Artificial y Machine Learning en el laboratorio de reproducción, a los efectos a largo plazo de la infección por Covid19 sobre la fertilidad (de los que hablaremos en breve con datos propios muy interesantes).

Dr.Gleicher, New York, USA

De entre todos ellos nos han encantado las ponencias sobre la utilidad de algunas técnicas que llevamos viendo en los últimos años cómo se van extendiendo en el “mercado” por pura presión comercial y sin evidencia de su utilidad: hatching asistido, test de ventana de implantación, vacuna del HPV a los varones o tras una conización… De ellas queremos destacar dos debates relacionados con la reproducción asistida, quizá el campo donde más presión comercial sin evidencia científica se soporta.

Una fue la impartida por el Dr. Norbert Gleicher, de Nueva York, que aportó una fuerte evidencia sobre la ausencia de beneficios del empleo de cribado de aneuploidías en la fecundación in vitro mediante diagnóstico genético preimplantacional (PGTa), una técnica cada vez más utilizada en reproducción asistida y sobre la que, pese a no ser ya ninguna novedad, sigue sin ofrecer ninguna evidencia de su utilidad. Más aún, como apoyan las evidencias aportadas por el Dr.Gleicher, disponemos de datos y de conocimiento suficiente para apoyar la idea de que embriones desechados para su uso por presentar aneupolidías en algunas células durante su estado de blastocisto (5 días de vida) no presenten una normal tasa de implantación y de embarazos de bebés sanos y libres de tales cromosomopatías.

Dr.Clarck, Birmingham, UK

El otro debate interesante fue el planteado sobre la creciente “moda” de corregir quirúrgicamente úteros con alteraciones morfológicas como los úteros septos, a cargo del Dr. Justin Clarck, de Reino Unido, o los úteros en T, a cargo del Dr. Ben Mol, de Australia. Junto a otros argumentos ofrecieron los resultados del primer estudio prospectivo aleatorizado realizado al efecto que demuestra la no utilidad de dichas intervenciones correctivas sobre la cavidad uterina.

Dr.Mol, Aberdeen, Australia

Una evidencia tan firme que incluso los ponentes encargados de defender la corrección rutinaria de los defectos anatómicos del útero aceptaron la falta de evidencia científica sobre la utilidad de dichas intervenciones y basaron su argumentación en la demanda de las pacientes y la sencillez y seguridad del procedimiento. Sobre lo primero, la demanda y la autonomía de las pacientes publicamos un artículo en la Revista Iberoamericana de Fertilidad, que puedes leer (aquí). Sobre lo segundo, la poca probabilidad de complicaciones, somos de la opinión de que no debería justificar el uso de un procedimiento terapéutico cuando no ha demostrado ninguna utilidad clínica. De lo contrario estamos cayendo en el pecado del uso de terapias como la homeopatía, sin ningún efecto terapéutico pero, claramente, sin contraindicaciones ni efectos secundarios. 

Uno de los ponentes defensores del uso de la metroplastia de manera rutinaria planteó en su defensa la comparación entre un médico y un meteorólogo. En dicha comparación argumentaba que el meteorólogo se encarga de predecir el tiempo, pero el objetivo del médico debe ser siempre no solo predecirlo sino “mejorar el tiempo”. Aun pudiendo asumir la ocurrente comparativa, nos parece que atribuirse tal capacidad sin ninguna evidencia de poder conseguirlo nos aleja de un meteorólogo en la medida que nos acerca a las imágenes religiosas locales sacadas en procesión en épocas de sequía. 

No nos parece que sea ese el camino que debe seguir la medicina y pensamos que ni todo lo que podamos ofrecer se debe hacer si no está contrastada su utilidad, por fácil que sea de “vender”, ni creemos en el aforismo del mercado actual de la reproducción de que “más es mejor”.

Los rituales propiciatorios de tipo mágico o religioso no cuentan tampoco con ninguna evidencia de su utilidad más allá de la apreciación personal de quienes creen en ello. Pensar que va a llover por sacar a la patrona local en romería o que una mujer se va a quedar embarazada por ampliar quirúrgicamente su cavidad uterina (por poner un solo ejemplo de los debatidos en el congreso) son cuestiones de fe sin ninguna evidencia científica. Ambas actuaciones son baratas, indoloras, sin contraindicaciones ni efectos secundarios y cuentan con una larga tradición. No nos parece que sea justificación suficiente ni en un caso ni en el otro.

Volvemos pues contentos de ver cómo en foros científicos de alto nivel hay quien todavía sigue levantando la voz a favor de la evidencia científica aunque sea en contra del mercado y las cuentas de resultados de grandes empresas del sector.